La historia cuenta que Philippe de Orleans se quejó de que la crema estaba fría y su cocinero intentó calentarla espolvoreando azúcar por encima y quemando el mismo con un hierro candente. Esto no calentó la crema pero la caramelizó. El contraste del frío y el caramelo crujiente gustó tanto a Philippe que lo convirtió en un nuevo postre.
Es un postre básico que podemos encontrar en la mayoría de los restaurantes en Francia. Realmente delicioso :)
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